La caspa, los dientes y las piernas apenas le robaban nervios que mantenía después de unos asaltos con sus genes y la historia y su capacidad pobre para moverse más allá de lo que él pensaba era su Herida; los semáforos y los precios, su constancia y él mismo en una estatua de bronce, profanado por los perros, olvidado de las conchas, malquerido por las ranas, abanicado por las necias, absorto en un culo, imposible para lo demás.
1 comentario:
Texturas e imagenes que me hacen revolotear en un ameno oasis clandestino. Bien Tanake!
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