
El pirata flaco murió como una polaroid. Perdió definición, se puso amarillo y obsoleto. No tuvo siquiera una muerte digna y olvidable.
Muchos coleccionistas insisten en lo bueno y práctico que era, más allá de su diseño ridículo.
Y lo reviven sobre vidrios biselados, sonriendo y mostrándole un afecto desviado, morboso. Mujeres con tetas de acero y olores densos ofertan y un coleccionista muestra los dientes. El remate del muerto es una fiesta de jugos ambiciosos.
Aún sin carne siguieron arrancándolo y reproduciéndolo hasta que tuvo la forma y la entidad de sus embalsamadores.
2 comentarios:
Muy beige el background. Estoy armando una producción cherrística, q en breve spero colgar...
Oscuridad sublime y luminosa... eso es lo q admiro de usted.
Salut!
Publicar un comentario