-Si la noche ya está rota, por favor que sea serena, Vargas!
-Veré que puedo hacer por usted, Tank.
Vargas se pasó la lengua por los labios y acarició la culata del revólver en su cintura.
T. Tank abrió los ojos mientras Vargas flotaba hacia el baño.
Él siempre supo que no iba a llegar a viejo, solo en derrota y plaza. Pero no pensó que Vargas fuera su redentor. Nunca había creído en su existencia. Decidió irse antes de que el agua corriera. Volvió a las dos semanas, desarmado. Se clavó en el piso y levantó una pared. Vargas lo miraba sorprendido. Cuando entendió, amartilló el revólver por primera vez, pero la cuarta pared estaba lista.
Los esperaba una ronda de entendimientos penosa, llena de disparos y polvo.
¿Cómo juego a desfragmentar el disco en Ubuntu?
Hace 3 días
1 comentario:
Ay, los reveses dados por los redentores menos pensados...
Saludos!
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