FUE LA AVENA

Lumink Ven Brackett revolvió su cerveza con un relicario. Lo dejó gotear un rato sobre el vaso y lo tiró al pasto. Fue hasta la cocina y apagó su sopa de avena. El caldo de gallina ya no estaba y la avena había muerto en el fondo de la olla.Sin relicario y sin cena volvió al patio y cantó ese tema que compuso durante su última sopa exitosa, UN POCO DE AMOR EN LA ORGÍA DE ANDRÉ MALRAUX. Le pareció remilgado y burdo, el título. También la letra, que era sólo esa. Pero la imagen se le aparecía amigable, cálida, misteriosa y excitante. En equilibrio. Un acontecimiento sexual, amistoso, alimenticio, social poco frecuente. Esa orgía en lo de André Malraux. Nunca había leído a André. Era un antojo fantástico e indescriptible. La letanía cantada en el patio inyectaba las situaciones. Un poco de amor en la orgía de André Malraux. Él llegaba con una botella. Tocaba un timbre urdido en alas de murciélago. Abría la puerta una mujer baja, rubia y brillante, explicando que los murciélagos del timbre morían naturalmente. Adentro todos titilaban. Era el comienzo de un aire distinto. No había sombras, ni en los pliegues más carnosos. Tonos y aromas.Lo que se decía era interesante; excitante por decantación. Y en el centro, André sin ropa era más generoso que vestido. Incluso en la cortesía había algo esencial y anhelado. Los tiempos dedicados a cada práctica eran perfectos. Dedos, vergas, conchas, lenguas, anos, pies, juguetes y todos los sentidos para los más activos.Los tiempos fuera del cuerpo de otro se dedicaban a la construcción de casi todo. Desde catedrales hasta sistemas cloacales completos. Huertas orgánicas, pastoreo, música sacra, alfarería, electricidad, herrería, destilación, tornería, vocalización, albañilería, ebanistería, cocina, música profana, adivinación, taxidermia. Sólo estaban proscriptas la contabilidad maliciosa y la abogacía en su totalidad. Al final del día, más licores y vinos y los destilados más parejos. Todo lo que se usaba a esas horas iba dentro de los cuerpos. Hasta cansarse.
Lumink no pudo volver al patio. Se quedó en la orgía hasta hoy. Lo internaron a unas cuadras de su casa, después de la denuncia por siniestro intencional, hace ocho años.
Fue la avena.