¿Y Julio Sosa?

Picazón en las entrepiernas. Había comenzado. Las tribus se rascaban mirándose entre veredas. Los peinados se enzarzaban y desesperaciones cruzaban las telas. Sobre el cerro más alto podía verse a Lee Van Cleef y a Ian Curtis, parcos, pasándose un tabaco nublado. No se si los demás pudieron verlos. Todos estaban desnudos y ya no quedaba lucidez. Tetas de flecha se deshacían contra la cadera de un astronauta. Culos pardos rallaban labios de gasistas matriculados. Los cuerpos sangraban roces y encastres. Nada alcanzaba. Ni tango ni vallenato. Un lejano oeste post punk arrancaba la mitad de la población raspando sus cuerpos y del otro lado los CyKhomeini se pertrechaban para la ocupación alienada. Algunos serenos, emos con rulos, hijos únicos y savants quisieron ver su redención pero con los huesos al aire malmurieron durante la Ominosa Venida.