lunes, 5 de mayo de 2008

Trusa

Cruzaba el río con el diario entangado. El cielo no devolvía la corriente ni la debilidad del papel. Llegó a la mitad. Le pesaron las cejas y supo que estaba solo. Hizo una plancha que duró varios pueblos. Se incorporó y vio lavanderas, lejos, coreografiadas. El diario fue hacia el delta, en pedazos sin venda. Reconoció a Brena por la camisa a cuadros. Entre brazadas pudo distinguir las venas de sus manos, hinchándose sobre una trusa. Mientras se abría a la costa, un calambre se lo llevó al musgo. Brena, sin verlo todavía, se enjuagó para absorberlo, todo el tiempo, hasta que se encogió.

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