El esqueleto le dijo que si por él fuera no habría más miel en el amor, ni amor. Que la miel se quede donde está, dijo al final.
El perro no estuvo muy seguro de atender sus palabras. Miró fijo por respeto. El esqueleto estaba muerto y le había salvado la vida en dos o tres hambrunas capitanas.
El esqueleto siguió con su diatriba de mayor autorizado, por sus vivencias, a imponer lecciones. Dijo, musitó, susurró, gritó, impostó hasta que el perro salido de pulgas lo distrajo con: -Y todo eso te trajo hasta este osario al que vengo a comer?
¿Cómo juego a desfragmentar el disco en Ubuntu?
Hace 3 días
No hay comentarios:
Publicar un comentario