viernes, 6 de febrero de 2009

NO SE DESARMABA

El pájaro recitó de memoria los rincones del baúl, la tanga de la calle sin luz y a un ciudadano celoso y aturdido todavía.
Un barrio sin desolación, sostenido en pérdidas diarias.
Cionem Disop no iba al bar de noche, su mamá si. Y el hogar no crecía pero no se desarmaba.
Chicas flacas de corto pasaban frente a todas las ventanas y a una tropa de superhombres de 15 horas al día.
Brena cocinaba rico y mantenía la soberbia una vez por semana.
Y los autos dudaban de sus choferes y de las cunetas, y los baches jugaban de trinchera.
Y salir de Sin Desolación era una cuestión de aduana o de mortaja.

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