jueves, 20 de marzo de 2008



Transpiró country, gato y negro. Le dieron una pastilla para preservar sus anulares. Ni pulpos, ni mallas de oro ni helicópteros pudieron con su salsa. Pensó en un tablero marrón, en su jefe de 180 kilos, en sus amigos beligerantes y en cantantes de voz aguda. Pero la pastilla insistió y toda la gente y sus narices y bolsillos chorreaban y los demás quedaban sin coartada.

Después de eso siguió paseando, más lento y todavía sin nada roto.

No hay comentarios: