lunes, 26 de enero de 2015

CANOTAJE.

Treinta y cinco años después, nos encontramos con el hombre que me sostuvo en la piragua, en la tormenta. Viento, lluvia de Misiones. El Paraná despulgándose. Nos encontramos en enero, a pocos metros del río, a la hora de la siesta, en una avenida. Papá me lo presenta otra vez, y él me presenta a su hijo. Más joven que yo. Y cuenta que están empezando un negocio de distribución de pescado. Todavía no tiene un lugar fijo, sólo esa camioneta frigorífica guerrillera. Se pone contento de verme. Yo también. Cada uno en su versión suelta el recuerdo de esa tormenta, como si nos hubiéramos salvado de algo. Yo tenía cinco años y el miedo. Él me dice ahora, frente a su hijo, que también tenía miedo.

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